miércoles, 28 de mayo de 2008

La carta

Para todos aquellos que lloraron, amaron y disfrutaron de esta canción...

La carta. HDS

No hace mucho que leí
tu carta, y, sin fuerzas
para contestar,
mil pedazos al viento nos separán.
Pondré casa en un país
lejano para olvidar
este miedo hacia tí, este miedo hacia tí.

Y no hace mucho que rompí
tu recuerdo pensando
acabar de una vez.
Pero el tiempo y la distancia
no son todo para mí
siempre hay algo que me hace volver.

Siempre he escuchado,
y ya no te creo
¿por qué no te entiendo?
¿por qué estás tan lejos?
siempre he escuchado,
y ya no te creo
¿por qué no te entiendo?
¿por qué estás tan lejos?

Sé que siempre he sido así
y que no tengo remedio,
ni lo quiero tener.
Pero ni el miedo ni tus cartas
lo son todo para mí
quizás otra vez te echaré la culpa a tí.

Siempre he escuchado,
y ya no te creo
¿por qué no te entiendo?
¿por qué estás tan lejos?
siempre he escuchado,
y ya no te creo
¿por qué no te entiendo?
¿por qué estás tan lejos?

domingo, 25 de mayo de 2008

La droga de la satisfacción

Al final todo se reduce a la posesión del control. Si lo controlas, lo posees. Si lo posees, lo controlas. Pero, si posees y controlas, ¿lo sientes? Y si no lo sientes, ¿para qué poseerlo?

Cuando conseguimos lo que deseamos perdemos el interés por ello. Pero si sentimos que comenzamos a perderlo, nuestro interés renace. Es el masoquismo humano al que todos nos enganchamos con mayor o menor asiduidad.

El querer poseer, controlar y finalmente superar y desechar se ha convertido para muchos en una verdadera droga vital, en una forma de caminar por el mundo escalando montañas que no hacen más que darnos paso a una nueva cumbre más alta. Es el puñetero inconformismo que nos empuja hacia delante y que no nos deja disfrutar al máximo de las cosas. Así que la satisfacción se convierte en una meta inalcanzable, que rozamos con la punta de los dedos justo antes de desvanecerse. Una y otra vez.

Y subido en la montaña que acabas de conquistar te crees rey de unos pocos y vasallo de otros muchos, que han conseguido esas cumbres que anhelas, esas que con suerte y cabezonería un día lograras superar. O no. Y ¿para qué? Para seguir rozándola con los dedos, ver como se escapa. Y sube hacia arriba, lejos, aunque siempre visible. Riéndose de ti. Sabe que siempre irás tras ella. Sabe que te posee. Sabe que te controla…