Oskar Kokoschka. Bodegón con piña tropical, 1909
Muy de acuerdo con la Sra. Piña: espero ante todo de un amigo, fidelidad. No de la sexual que se espera de una pareja. Cuestión a la que también cada vez doy menos crédito, sino fidelidad a la relación establecida entre ambos. Y la fidelidad no consiste en ser falsos y hablar siempre bien de tu amigo, alabar sus virtudes y gritar a los cuatro vientos lo cuán maravilloso es. Tu amigo es humano, y unos días es genial y otros días un gilipollas. Y tu debes expresarlo tal cual. No encuentro mucho enriquecimiento a esas relaciones que se establecen únicamente para retroalimentarse autoestimas. A parte de otros intereses, que no vienen ahora mismo a cuento y que analizarlos fastidiaría mi estupenda mañana.
Cuando encuentras un verdadero amigo, un compañero, sabes que has encontrado un puto tesoro. Toma topicazo. Yo he tenido siempre ese sentimiento: Anika para mi ha sido el amor de mi vida, mi amiga, mi compañera, mi hermana. Lo mejor que me ha pasado. Y tengo la completa certeza de que será así siempre. Ayer le cometaba que igual es superada por la sensación que me aporte tener un hijo (cuestión cada día más difusa en el horizonte de la treintena), pero hasta el momento no puedo decir que nada lo haya superado. Y la quiero porque un día me dice que soy de puta madre y al día siguiente lo hija de puta que soy. Eso es la fidelidad. A ella y a mi misma. Nada más.
Lo tierna que me pongo últimamente no es ni medio normal. Y es que una va de dura por la vida, con su camiseta negra y sus pinchos de heavy resurgida, y claro... tiene que desparramar su corazoncito por algún lado. Habrá que ir cortando ya con tanta profundidad!
En fin, conclusión: los amigos y la piña me hacen extremadamente feliz. A esta última no puedo pedirle fidelidad porque se vende en cualquier supermercado. Pero bueno, es la relación que hemos establecido entre las dos. A veces me sale poco madura y me cuesta más encontrar ese momento en que ambas nos hacemos felices (yo porque me la como y ella porque cumple su función de fruta), otras veces me espera demasiado y se pone marrón de tristeza. Pero al final siempre estoy allí, dispuesta a devorarla.
Me copiaré el rollito de las recomendaciones de Amaia: un platito de piña fresca recién cortada, el último disco de Opeth Watershed (gracias Rubéncito por descubrírmelos) y un poema:
Al lector
La estupidez, el error, el pecado, la mezquindad,
ocupan nuestros espíritus y minan nuestros cuerpos,
y nosotros alimentamos nuestros remordimientos,
como los mendigos nutren a su piojera.
Nuestros pecados son tercos, nuestros arrepentimientos cobardes;
nos hacemos pagar con creces nuestras confesiones,
y volvemos alegremente al camino fangoso,
creyendo lavar con viles llantos todas nuestras manchas.
La RAE a veces tiene más razón que un santo