LA INCULTICIA

Todavía recuerdo la noche en que una amiga llegó a llorar por el trágico destino de una inculta humanidad. Hay que añadir que había bastante alcohol sobre la mesa. Y no es que nos creamos la élite de la sapiencia, pero el mundo está muy pero que muy mal. Últimamente lo veo en mí misma, me doy cuenta de las graves faltas que tengo. En todo lo que me gustaría y debería saber.

Ciertamente la información es poder. El conocimiento te da armas para defenderte, en cualquier ámbito de la vida. Y con conocimiento me refiero a todo. El problema: la gente en general pasa, ya no de ser culta, sino de hacer bien las cosas. Comienzo a pensar que el sentido común desaparecerá al igual que los dedos de los pies. Es graciosa la evolución del ser humano.

Porque cada uno se interesa por más o menos cosas, nos nutrimos de diversos aspectos de la vida que nos parecen más interesantes o nos llenan más. Pero cada vez veo más personas que no se interesan por nada. Es difícil de creer cuando te lo planteas así, pero hay gente que deja pasar la vida sin mover un solo dedo para ver que hay detrás de la puerta de su casa o más allá de la mesa su trabajo.

Hoy mismo me contaba otra amiga lo que le agobiaba ser consciente de lo rápido que pasa el tiempo y no poder abarcar todo lo que quiere ver y aprender. Sabemos que es imposible llegar a eso, pero ahí está el espíritu y el camino. ¿Para qué coño estamos aquí si no es para eso? ¿Para pasar por este mundo sin disfrutar de nada? Si fuese así, menudo asco.

Así que ando estos días dándole vueltas a mi inculticia, a todo lo que me gustaría haber leído ya, todos los artistas que no conozco y siento que debería, todas las exposiciones que no voy a ver y que me gustaría y debería ver, todos los viajes que se quedan en proyectos aplazados, todo el cine que se va cayendo de la cartelera y no he visto, todos los conciertos que voy a perderme… en fin. Un ascazo, de nuevo.

Y en este punto es cuando viene la fase de “a partir de ahora voy a hacer…” Ya veremos en qué queda todo. Con que consiga la mitad de todo lo que me planteo ya me puedo dar con un cantico en los dientes.

Por el momento a preparar la maleta para otra semana más fuera de casa, catalogando viejos vestigios del industrialismo aragonés, con el brazo fuera de la ventanilla del coche cogiendo morenito camionero de lo más sexy… ¡Auguro una semana muy divertida! Eso sí, seguro que llueve, como no.