miércoles, 4 de junio de 2008

Museo-Teatro

PRÓLOGO

El otro día fui a ver la renovación (hasta ahí estamos de acuerdo, y solo hasta ahí) del Museo Camón Aznar de Zaragoza. Por lo demás... el alma a los pies. El furor de la decoración llega hasta los sacrosantos sarcófagos del arte. Que penita Manuela.

ACTO I

Nada más entrar y comenzar la visita de la colección permanente, tus ojos deben acostumbrarse a la oscuridad de una cueva. Tenebrismo barroco hasta más no poder: paredes violetas y rojizas que se comen un espacio en origen ya reducido; acumulación de obras que en ocasiones rozan la risión, con ejemplos que demuestran cierto complejo de "Aquí también tenemos un Van Dyck"; composiciones en las que se mezclan óleos con pequeños dibujos o relieves de alabastro sin ningún sentido estético (puestos a cargarnos los criterios museológicos al servicio de la imagen global, cuidemos cada detalle); cartelas prácticamente invisibles en las que se descubren graves faltas en las catalogaciones y cronologías; y en definitiva un discurso que busca más impresionar al espectador por un entorno embaucador, que educar su mirada y ofrecerle la verdadera oportunidad de disfrutar de alguna obras realmente interesantes.

ACTO II

La zona dedicada a Goya, en fin... es Goya y por tanto difícil dejar de mirar sus obras para valorar el entorno. Reconozco que aquí me dejé llevar y no hice mucho caso de la colocación de las obras o del salón donde se encuentran. En sí mismo maravilloso. La sala contigua dedicada a Camón Aznar, es otra historia. Pero se trata del fundador, así que los elogios, en una ciudad culturalmente paupérrima hasta no hace mucho, son indiscutibles. Merecía una sala y punto. Lo horrible que pudiese parecerme, como digo, es otra historia.

ACTO III

Y llegamos a los grabados de Goya, síntesis de su genio. Una sala, si cabe más oscura (en este caso las piezas lo requieren) en la que puedes recorrer casi la totalidad de su producción gráfica. Por muchas veces que los admires, siempre te descubren algo nuevo. Impresionantes. Las vitrinas donde han colocado las series de los Desastres, Tauromaquia, Disparates o los Caprichos son muy cómodas para un detenido paseo, que realmente puede parar el tiempo y sumergirte durante horas únicamente en esta sala.

ACTO IV

Subimos a la planta superior. Siglos XIX y XX. El blanco lo inunda todo. Los suelos se cubren con grandes baldosas igualmente blancas, que mi madre denominó, muy acertadamente, como "de cuarto de baño". Nuevamente acumulación de obras, que sigo comprendiendo es debido al reducido espacio, pero una selección tampoco habría sido algo descabellado. Y finalmente la zona de artistas aragoneses ¿cómo? aparte de las incongruentes mezclas estilísticas y saltos cronológicos que provocan una sensación de "cajón de sastre", ni siquiera el criterio que da nombre a la sala se ha cumplido, ya que podemos encontrar ejemplos de otras procedencias. Cosa que particularmente agradezco, siempre que las piezas merezcan ser expuestas, con independencia de su origen.

EPÍLOGO

Otro museo más que se une al carro de lo teatrero y facilón. Que pasa por encima de criterios razonables en favor de lo que suponen ellos mejor para el espectador. Siempre es agradable pasear entre obras de arte, pero no olvidemos que esto no es un Zara o La Oca. No nos echemos las manos a la cabeza porque luego no se valore nuestra profesión y el público general no comprenda nuestro mundo. Si los tratamos como borregos no pidamos que nos respeten. Y que conste que a Miguel, mi compañero de aventura, le gustó la renovación. Así que igual todo se reduce a mi gusto incierto...

4 Comments:

Anónimo said...

todo el mundo se sube a ese carro en este siglo, o década

Lameri said...

Pues sí, que penita. (con lo larga que ha sido la entrada y lo cortitos que son los comentarios jaja)

Javier Burbano said...

Se te ha olvidado que cuando estás arriba mirando al patio central maravilloso y levantas la vista para ver el alero te encuentras con un cuadro de metal que lo tapa completamente. Es el soporte de unas lámparas que vistas desde arriba quedan fuera de sitio. Una pena que no hayan pensado en esto. Por lo demás la exposición temporal está bien, aunque se queda un poco corta. Con la del Museo Provincial pasa lo contrario, a veces parece que sobre alguna sala, pero está muy bien. Hay cuadros realmente soberbios. Ahora trabaja un montón de gente y las salas están muy bien tratadas, como si fuera un museo de los grandes. La ví ayer sábado y no había nadie. Una auténtica gozada.
Con la de la Lonja me pasó lo contrario: muchísima gente (supongo que entre semana habrá mucha menos) La exposición está bien con cosas bastante interesantes, pero de las tres la que más me impactó fue la del Museo Provincial. Han traído cuadros (y esculturas) de muchos sitios que todavía no había visto

Lameri said...

Tengo unas ganas tremendas de ir a ver la expo de Goya e Italia. Estoy esperando porque una de las coordinadoras es coleguita y nos hará pase guiado a todo lux. Ya me han dicho que es bastante larga, pero bueno, estas exposiciones hay que ir a verlas con calma, sin prisas.

Una lástima no haberme fijado en el postizo lamparil que le han colocado al alero... ya me fijaré cuando vaya a ver la temporal. Que por cierto, me han dicho que no está mal pero que el supuesto discurso que le da título "Del Ebro a Iberia" está desarrollado con pinzas... en fin, una excusa para traer obra de primeras filas. Con excusas o no a mi nunca me importa ver arte del bueno.

Por lo demás, encantada de que te pases por mi agujerito y opines Javier. Mucho gusto.