Ayer tuve una sensación que hacía mucho tiempo no sentía. Me sentí en casa. Los nubarrones oscuros que se cernían sobre mí, coincidiendo con los climatológicos, parecen disiparse. Pequeños rayos de luz comienzan a calentar mi corazón. Éstos también parecen coincidir con la llegada del verano.
Muchas cosas han pasado en poco tiempo y la mayoría de ellas han sido geniales. Aunque desde el egoísmo de una misma no me alegre tanto de algunos matices. Sólo con el tiempo nos iremos acostumbrando a la nueva situación. Pero está claro que es inevitable crecer. Es inevitable ver cómo cambia tu vida, ver cómo vas subiendo los pequeños escalones que te conducen hacia… no sabemos bien, la verdad. Pero subimos y subimos.
Así que no queda más que alegrarse por los amigos. Cosa a veces difícil si implica verlos menos y no compartir los momentos cotidianos a los que estábamos acostumbrados. Seguramente habrá nuevos momentos que quizás sean mejores.
Y es que el hacerse mayor es difícil. Nos lo decían y lo corroboramos con nuestra experiencia. Nos haremos más sabios, vale. Pero qué jodido es el proceso.
En definitiva lo inevitable, es eso, inevitable. Así que afrontemos los cambios mirando su lado positivo. Claro que sí. Hoy me siento en casa. Y muy bien acompañada.
viernes, 6 de junio de 2008
Cambios, cambios, cambios...
Publicado por Lameri en 17:21
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